Poesía Latinoamericana
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BALADA DE LOS DOS ABUELOS
Nicolás Guillén, Cuba
Sombras que yo sólo veo,
me escoltan mis dos abuelos.
Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.
Pie desnudo, torso prieto
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las mi blanco!
Qué de barcos, qué de barcos!
Qué de negros, qué de negros!
Qué largo fulgor de cañas!
Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
Venas y ojos entreabiertos,
Y madrugadas vacías,
Y atardeceres de ingenio,
Y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio,
Qué de barcos, qué de barcos,
Qué de negros!
Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.
-Federico! -Facundo!
Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
"Iteraciones"
Simples vueltas
iteradas, reinventadas
desarticuladas, descentradas
miles de milenios atrás
decenas de estadios evolutivos
mismas vueltas
La gente cae sobre los mismos agujeros
se causa las mismas heridas
llora lágrimas parecidas
y la melodía lastimante
que exudan sus gargantas
genera idénticas compasiones
iteradas, revertidas
disipadas, estériles
Algunos claman libertad y cambio
pero sólo conocen la misma destrucción
aprietan siempre el mismo botón
y el eco de sus iras reinventadas
tropieza con los mismos agujeros
causa las mismas heridas
lamentos conocidos
estudiados, sugeridos
Iterados.
Simples procesos matemáticos
que dan inicio y fin a la vida
---0---
Gonzalo Castro, 2010
BAJO TU CLARA SOMBRA
Octavio Paz[1]
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caíd en otra arena....
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.
[1] Octavio Paz. Poeta mexicano. Premio Nobel de literatura en1990
TÁCTICA Y ESTRATEGIA
Mario Benedetti[1]
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
Mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé como ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
Mi estrategia es
en cambio más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé como ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
[1] Mario Benedetti (1920-) Escritor uruguayo, exilado en España
DESDÍCHEME, Gonzalo Castro, 2010
Y desde lejos, dicen,
desde lejos...
en un horrendo batir de alas,
infinito, infernal,
ínfimo, infecundo,
infestado de las más variadas plagas
todas ellas sobrevolando mi cadáver
se descubren ciegas tentaciones.
Avispas voraces arrasándome
secretan decepciones cicatrizantes
para completar la taxidermia de mis restos
y entonces las manoteo
como si me importara, las manoteo
y en mi vago interés por ver
desprendo mis ojos de mis cuencas
y los arrojo lejos de mis despojos...
lástima que quedé bizco,
nunca se sabe cuando saldrá el par de ases.
Ahora veo doble...
doble mierda, doble nada
"doble o nada" le dije entonces a dios
me dijo que apostar está bien,
ser imbécil no.
Le dije que el imbécil es él
porque doble nada es nada
y sin embargo yo de nadas tengo bastantes
y él jamás sabrá lo que es la nada.
Finalmente llegamos a un acuerdo:
los dos éramos imbéciles,
jugando a recrearnos y destruirnos,
creando destrucción y destruyéndola.
Le pregunté quién era más imbécil,
el creado por un imbécil o el que crea imbéciles
y me respondió que sólo a un imbécil podría eso preocuparle
Y supe que la batalla con dios jamás la ganaría,
él siempre sería más que yo
más imbécil...
pero luego le pregunté si se podía ser más nada
y lo encerré en su propio círculo
"jamás podrás ser nada" le grité al oído
y mi mandíbula se desprendió de una carcajada estridente
y rodó junto a su infinito círculo divino.
Pasé horas tratando de redirigir la mirada
me di cuenta que dios jamás reconocería su derrota
y yo seguiría conservando mi nada bien guardada.
El silencio se apoderó de todo
las plagas huyeron despavoridas,
las espantó el estruendoso escándalo de dios en su círculo
"nunca se rinde" dijo una más indiferente que el resto al retirarse
y con mi media mandíbula le pedí que se llevara uno de mis ojos
para no quedar condenado a ver ese triste espectáculo
que sin querer había creado.